Reivindica las mujeres que se hicieron un hueco en la historia a golpe de bisturí o de microscopio, de astrolabio, de retorta y hasta de amperímetro. La andaluza Adela Muñoz Páez (La Carolina, Jaén, 1958) acaba de publicar su quinto libro, 'Sabias. La cara oculta de la ciencia' (Debate), un ensayo en el que explora y pone en valor el trabajo crucial de algunas mujeres para el progreso del conocimiento. Pero demuestra como, lamentablemente, su condición de féminas impidió que fuesen reconocidas. Algo que no ha impedido que la proporción de científicas e investigadoras sea hoy en España más alta que la de países de nuestro entorno. "Ahora hay un interés grande por estas mujeres científicas, pero hay que tener cuidado; porque, como son personajes desconocidos, se puede improvisar o rellenar lagunas sobre ellas sin demasiado rigor. Hace falta contrastar que la información sea de una fuente fiable y que sea confirmada por más de un autor", advierte la escritora, profesora y científica, forjada con trabajos de investigación en fuentes de radiación y aceleración de partículas en Reino Unido, Francia, Japón y España. Múñoz Páez es catedrática de Química Inorgánica de la Universidad de Sevilla y ha impartido multitud de seminarios y conferencias sobre mujeres científicas, amén de ser colaboradora en varios medios de comunicación y realizar obras teatrales junto a otras profesoras para hacer que la divulgación sirva de diversión entre sus alumnos.
La recuperación de la memoria científica femenina "es un 'hobby' como otro cualquiera, cada vez vivido con mayor pasión y más tiempo", explica Muñoz. "En el siglo XXI estamos asistiendo a una verdadera eclosión del interés de la sociedad y los investigadores por estas mujeres, y cada vez disponemos de más fuentes de información", dice. "Mientras que en España me ha costado muchísimo encontrar información sobre un grupo tan brillante y deslumbrante como el de las científicas de la Segunda República, en Inglaterra, por ejemplo, tienen mucho mejor clasificadas y estudiadas varias obras de las químicas de finales del siglo XIX y principios del XX. En el Reino Unido está mucho mejor catalogado en todos los ámbitos", expone la investigadora, que pone un ejemplo sobre las dificultades de encontrar información. "Aquí hay mujeres extraordinarias, como Oliva Sabuco, que han sido estudiadas fuera. Y el grupo de la Segunda República ni siquiera eso, pues hay que irse hasta los 'colleges' de la costa este norteamericana para recopilar los expedientes académicos de estas mujeres, que en el primer tercio del siglo XX ya formaban un pequeño núcleo de científicas que podría haber dado grandes frutos si no hubiera sido interrumpido por la Guerra Civil", explica una catedrática que recibió en 2015 el premio Meridiana del Instituto Andaluz de la Mujer que otorga la Junta de Andalucía.
"Hemos llegado relativamente tarde a la ciencia en España", insiste la profesora, aunque cree que esta coyuntura contribuyó a disminuir la brecha de género. "Al ser recién llegadas, había una falta de prejuicios que propició que las mujeres nos colarnos en ese mundo" sostiene. "Al surgir la ciencia moderna cuando las mujeres ya teníamos formación universitaria, la presencia de científicas en España es hoy muy superior a la de otros países. El 38% de los científicos son mujeres y hay en torno a un 20% de catedráticas, mientras que en Alemania, por ejemplo, están en torno al 6%", explica. Asegura, con todo, que "queda mucho camino por andar y aún hay un gran desconocimiento de los logros femeninos dentro y fuera de nuestras fronteras". Ella lo tiene muy claro: "La ciencia es tarea de hombres y de mujeres. No es tanto que no haya habido mujeres con pasión científica, lo que ha faltado es quienes se ocuparan de recopilar información sobre ellas de forma eficaz y sistemática". "Están empezando a hacerse tesis sobre algunas de estas mujeres y otras catedráticas de instituto, o que empezaron una labor de docencia en este área. En España comenzamos un trabajo de búsqueda, análisis, divulgación y bibliografía que en otros países ya se hace desde 40 o 50 años", concluye.
Reivindica a las mujeres que se hicieron un hueco en la historia a golpe de bisturí o de microscopio, de astrolabio, de retorta y hasta de amperímetro. La andaluza Adela Muñoz Páez (La Carolina, Jaén, 1958) acaba de publicar su quinto libro, 'Sabias. La cara oculta de la ciencia' (Debate), un ensayo en el que explora y pone en valor el trabajo crucial de algunas mujeres para el progreso del conocimiento. Pero demuestra como, lamentablemente, su condición de féminas impidió que fuesen reconocidas. Algo que no ha impedido que la proporción de científicas e investigadoras sea hoy en España más alta que la de países de nuestro entorno. "Ahora hay un interés grande por estas mujeres científicas, pero hay que tener cuidado; porque, como son personajes desconocidos, se puede improvisar o rellenar lagunas sobre ellas sin demasiado rigor. Hace falta contrastar que la información sea de una fuente fiable y que sea confirmada por más de un autor", advierte la escritora, profesora y científica, forjada con trabajos de investigación en fuentes de radiación y aceleración de partículas en Reino Unido, Francia, Japón y España. Múñoz Páez es catedrática de Química Inorgánica de la Universidad de Sevilla y ha impartido multitud de seminarios y conferencias sobre mujeres científicas, amén de ser colaboradora en varios medios de comunicación y realizar obras teatrales junto a otras profesoras para hacer que la divulgación sirva de diversión entre sus alumnos.
La recuperación de la memoria científica femenina "es un 'hobby' como otro cualquiera, cada vez vivido con mayor pasión y más tiempo", explica Muñoz. "En el siglo XXI estamos asistiendo a una verdadera eclosión del interés de la sociedad y los investigadores por estas mujeres, y cada vez disponemos de más fuentes de información", dice. "Mientras que en España me ha costado muchísimo encontrar información sobre un grupo tan brillante y deslumbrante como el de las científicas de la Segunda República, en Inglaterra, por ejemplo, tienen mucho mejor clasificadas y estudiadas varias obras de las químicas de finales del siglo XIX y principios del XX. En el Reino Unido está mucho mejor catalogado en todos los ámbitos", expone la investigadora, que pone un ejemplo sobre las dificultades de encontrar información. "Aquí hay mujeres extraordinarias, como Oliva Sabuco, que han sido estudiadas fuera. Y el grupo de la Segunda República ni siquiera eso, pues hay que irse hasta los 'colleges' de la costa este norteamericana para recopilar los expedientes académicos de estas mujeres, que en el primer tercio del siglo XX ya formaban un pequeño núcleo de científicas que podría haber dado grandes frutos si no hubiera sido interrumpido por la Guerra Civil", explica una catedrática que recibió en 2015 el premio Meridiana del Instituto Andaluz de la Mujer que otorga la Junta de Andalucía.
"Hemos llegado relativamente tarde a la ciencia en España", insiste la profesora, aunque cree que esta coyuntura contribuyó a disminuir la brecha de género. "Al ser recién llegadas, había una falta de prejuicios que propició que las mujeres nos colarnos en ese mundo" sostiene. "Al surgir la ciencia moderna cuando las mujeres ya teníamos formación universitaria, la presencia de científicas en España es hoy muy superior a la de otros países. El 38% de los científicos son mujeres y hay en torno a un 20% de catedráticas, mientras que en Alemania, por ejemplo, están en torno al 6%", explica. Asegura, con todo, que "queda mucho camino por andar y aún hay un gran desconocimiento de los logros femeninos dentro y fuera de nuestras fronteras". Ella lo tiene muy claro: "La ciencia es tarea de hombres y de mujeres. No es tanto que no haya habido mujeres con pasión científica, lo que ha faltado es quienes se ocuparan de recopilar información sobre ellas de forma eficaz y sistemática". "Están empezando a hacerse tesis sobre algunas de estas mujeres y otras catedráticas de instituto, o que empezaron una labor de docencia en este área. En España comenzamos un trabajo de búsqueda, análisis, divulgación y bibliografía que en otros países ya se hace desde 40 o 50 años", concluye.