Poco a poco, la Inteligencia Artificial (IA) está transformando la industria alimentaria. Hoy, el sector está inmerso en multitud de proyectos que usan la IA parar automatizar y hacer las tareas más eficientes, para reducir costes y desperdicios y aumentar calidad y la seguridad y reducir el impacto ambiental de la producción alimentaria de los alimentos.
La IA generativa – aquella con capacidad de habilitar a una máquina para un aprendizaje continuo, autónomo y certero en las decisiones sobre procesos industriales – es hoy ya una realidad en el sector alimentario y facilita la respuesta a los principales retos del sector: seguridad, sabor y salud, tanto la de la sociedad como la del planeta. Sin embargo, hay que añadir el impacto de la IA conversacional (ChatGPT, Bard, Claude, etc.) cuyo acceso universal y simplicidad de uso puede ser una auténtica revolución (debates éticos incluidos) en la forma de abordar estos retos.
En el sector primario, por ejemplo, el agricultor podrá interactuar mediante lenguaje para planificar el cultivo y reaccionar a tiempo a una adversidad de salud vegetal o episodio climático.
La aplicación podrá precisar, a petición del usuario, la necesidad exacta de insumos (agua, fertilizantes) a tiempo real. En el sector de la transformación las posibilidades son enormes.
Personalizar platos preparados y recetas en función de la disponibilidad de productos frescos; generar secuencias de proteínas artificiales y poder predecir su beneficio y obtener así nuevas alternativas a proteínas de origen animal aptas para su procesado y consumo. Se podrá interactuar con la máquina para reducir el tiempo de escalado de procesos sostenibles como la fermentación y, añadiendo la biología sintética, poder ‘encargar’ un ingrediente determinado y ver su comportamiento en biorreactores inteligentes.
Son la punta de iceberg de beneficios clave en una industria donde hay que equilibrar costos, procesamiento y sabor. Y con un consumidor que podrá usar la IA conversacional para conocer al detalle aspectos de transparencia, seguridad, trazabilidad y eficacia de los alimentos.
Y aunque el impacto de la IA conversacional se prevea enorme, en el sector agroalimentario quizá sea más lento si hay que coordinar toda la cadena de valor.
La oportunidad hoy radica en preguntarse cómo podría conversar con mis máquinas y, sobre todo, cuál será la capacidad de respuesta. Eso definirá la transición a nuevos paradigmas de producción y consumo.